Entrevista al doctor Ré, médico psiquiatra
Las emociones negativas impactan inmediatamente en nuestro cuerpo: nos hacen doler la cabeza, nos causan una subida de presión, una contractura… Conversamos con el doctor Ré sobre cómo afectan nuestra salud física y mental a largo plazo y de qué forma podemos transformarlas en sentimientos positivos y superadores.
-¿El odio “envenena” la sangre?
La ira, que es una emoción perturbadora, actúa sobre nuestro sistema emocional afectivo liberando neurotransmisores nocivos, especialmente corticoesteroides altamente dañinos para la salud, afectando toda la vida de la persona con especial énfasis en el cerebro, el hipotálamo y los reguladores del cerebro. Las emociones afectan directamente a todo nuestro sistema de defensa inmunológico, provocando internamente procesos inflamatorios que provocarán un sinnúmero de enfermedades y muchas de ellas psicosomáticas.
-¿Por qué las emociones afectan nuestra salud?
Lo que nos afecta no son los hechos, sino cómo tomamos esas circunstancias. Es decir, cómo enfrentamos las alegrías o las tristezas, cómo elaboramos los éxitos y los fracasos, y sobre todo como respondemos a eso. Cuando nuestra respuesta es pasional y con pensamientos negativos, asociamos esa negatividad con sensaciones de malhumor y eso afecta nuestros sentimientos y genera un intenso malestar interno. Todo este componente afecta directamente el sistema nervioso.
¿Cuál es la relación entre la represión de emociones y ciertas dolencias físicas?
El sistema de represión es un mecanismo, pero antes de reprimir debemos aprender a transformar los sentimientos negativos, en positivos. Si yo estoy en una situación de fracaso y pienso que este es el último camino, seré inevitablemente afectado en mi salud; pero si consigo ver ese fracaso como la apertura de nuevas puertas y oportunidades, saldré fortalecido y estimulado a caminar por nuevas sendas.
-¿Cuáles son las dolencias más frecuentes como consecuencia de cuestiones emocionales?
Son muchas, entre ellas: colon irritable, hipertensión arterial, dolencias cardíacas, diabetes, en los que tienen predisposición a ella, hipotiroidismo o cuestiones musculares. Hay otras, como los ataques de pánico o la depresión, que se han generalizado mucho en este tiempo.
-Esas últimas son más frecuentes que antes. ¿Por qué nuestros abuelos sufrían menos esos trastornos?
Efectivamente, el pánico es casi una moda en la actualidad, se incrementó mucho y afecta a una cantidad mayor afectada por esto. En realidad, creo que estamos expuestos a formas de vida que no nos permiten generar respuestas saludables. Paramos menos la pelota, pensamos menos, como resultado de una sociedad que nos obliga a responder rápido ante estímulos realmente negativos. Las reacciones reflexivas no están bien vistas porque demandan tiempo; eso es valioso en esta cultura, erróneamente más valioso que nuestra propia salud.
-¿Qué emociones particularmente afectan nuestro organismo?
Fastidio, bronca, malhumor, ira.
-Algunos estudios hablan sobre un mapa de emociones. ¿Qué opina sobre la existencia de esas categorías?
Hay estudios muy claros que demuestran que en el cerebro las reacciones de respuesta a las distintas emociones tienen un sitio determinado y una clasificación. Entonces, a través de estudios complejos de resonancia dinámica, se mapean todos nuestros mecanismos de respuesta frente a distintos estímulos. Esa clasificación sirve para encontrar maneras saludables de respuesta, una vez detectado el origen de esa respuesta neurocognitiva.
-¿Las dolencias originadas en cuestiones emocionales pueden acompañarnos toda la vida?
Si cualquiera de nosotros tiene una manera errónea y poco saludable de responder ante ciertos hechos, esas dolencias lo afectarán y hasta se profundizarán. La ira como respuesta afecta a las personas que no han tomado el tiempo o no han tenido la oportunidad para pensar y cambiar esos paradigmas por otros. Necesitamos como individuos y como sociedad cambiar el paradigma violento por uno mucho más reflexivo.
-¿El amor puede ser causa de afecciones físicas?
Sí, el amor es un motor poderoso que no solamente estimula nuestro desarrollo físico, sino también los valores superadores. De la mano de la superación y de principios axiológicos como los valores, el amor se transforma en un arma poderosa a favor de la persona educada y en clave de un proceso de amor. Un niño al que se le ha prodigado amor en el transcurso de su infancia, será una persona mucho más capacitada para reacciones de respuesta afectivas y emocionales, pero también para poder entender la profundidad de lo que significa un encuentro con el otro.
-¿Un disgusto, enojo o molestia difieren en la reacción fisiológica entre un adulto y un niño?
Difieren, pero los niños también son afectados por las emociones. Sin embargo, hay que tener cuidado porque en sus entornos afectivos, en la escuela o entre amigos, aprenden a responder. Si como padres enseñamos y sumamos valores a la enseñanza, no solo desde lo que decimos, sino además desde nuestros actos diarios, los niños reflexionarán y se autolimitarán ante la ira y los desbordes. Por medio del amor se inculca una verdadera humanización del niño.
-¿Cuál es la relación entre el sistema inmunológico con el humor?
El humor estimula las señales endógenas, es decir señales que tienen que ver con la transmisión positiva de estímulos y promueve la liberación de endorfina y sustancias que enriquecen la sangre, provocando un equilibrio en el sistema emocional y psíquico y por otro lado generan estabilidad integral a la persona.
-¿Qué opina sobre los estudios que afirman que tener una actitud positiva disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas hasta un 22 por ciento?
Sin dudas las psicología como ciencia positiva brinda un cuerpo de materia muy importante para desarrollar informaciones certeras, sobre todo cuando a esa ciencia le agregamos la ley. Se sabe que las personas negativas que piensan y responden negativamente, son mucho más proclives a bloquear el sistema de defensas, propiciando enfermedades cardiovasculares o problemas arteriales severos. La bronca no resuelta, la ira o el odio, nos desnuda de las protecciones que nuestro propio cuerpo tiene, multiplicando el peligro de enfermedad.
-Y sobre aquellos informes que afirman que el buen humor disminuye el azúcar y la posibilidad de diabetes, ¿qué piensa? ¿Es posible controlar el metabolismo controlando las emociones?
El buen humor estimula la hipófisis y eso desencadena toda una serie de cuestiones que favorecen la salud. Las personas que son diabéticas o que tienen propensión a alguna forma de diabetes, y tienen malhumor, están doblemente expuestos. Si a eso le sumamos la moda nociva de consumir azúcares en casi todos los productos alimenticios, aumentan los niveles de ansiedad. Hoy los azúcares y carbohidratos deberían ser catalogados entre las nuevas adicciones.
-¿Las emociones negativas despiertan hábitos destructivos?
Claro, ¿porqué si no hay tantas muertes súbitas? Ante las respuestas negativas el cuerpo libera sustancias que le son tóxicas como neurocorticoides o neuroesteroides, que promueven los accidentes vasculares o muchas otras cosas. Tenemos que grabar en nuestra memoria que el malhumor puede ser letal, para eso es necesario promover la educación y que los conocimientos estén en manos no solo de los profesionales, sino de todos.
-¿El estrés es resultado de trastornos emocionales?
En este punto hay que diferenciar entre el buen estrés y el mal estrés. El primero es el que activa a la persona, generando respuestas proactivas y propositivas. En el caso negativo, promueve una respuesta completamente disfuncional, que puede llevar hasta la muerte al que no se dedique a trabajar con herramientas superadoras.
-¿La exposición permanente a emociones negativas de otros afectan nuestra salud? ¿Cómo?
Es como si estuviéramos cerca de un radiador de sustancias tóxicas. De la misma forma en que el amor se contagia, la bronca y la ira, también. Si una persona es iracunda, afecta a los que lo rodean. El ecosistema de una persona perturbada, hará que perturbe a los demás. Hoy se sabe que un hecho de un suicidio, afecta a 60 o 70 personas vinculadas a esa persona, es decir, que cada acto que uno tiene, genera en muchos otros dolor y hasta enfermedades, el mismo efecto ocurre si propiciamos situaciones de amor y confort.
-¿Cómo saber que algún sentimiento nos está enfermando?
Cuando lo que sentimos se vuelve crónicamente negativo, debemos preguntarnos qué nos pasa. Si la respuesta primera ante las cosas es de malestar, ira o bronca, necesitamos parar y pensar. El verdadero estado de plenitud de las personas es el estado de alegría, que promueve aunque sea fugazmente, estados de felicidad. Lo que sí debe ser permanente es una actitud de buen humor.
– Pero también sufrimos pérdidas dolorosas.
Claro que si eso pasa uno se entristece. Los estudios de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría dicen que si la tristeza persiste más de 15 días, puede tratarse de una depresión. Lo normal de la persona es la alegría y el buen humor, por ellos debemos trabajar.
-¿La alimentación se vincula con nuestras emociones?
Claro, una persona triste pierde registro de lo que come. Hoy más del 60 por ciento de los argentinos padecemos de alguna forma de sobrepeso, y muchas veces cuando estamos perturbados, nuestro sistema neurobiológico nos estimula al consumo de glucosa, como una manera de estabilidad. La conducta debe ser siempre tener registro de lo que ingerimos. Lo que promueve la conciencia es un despertar a la vida. No tenemos que dormirnos porque la vida es algo que se nos da para vivirla en plenitud.
-¿Cómo podemos mejorar nuestra salud emocional?
Para eso es elemental tener claro que todos tenemos perturbaciones y que todos podemos tener ira, pero que la salida sana y que a largo plazo trae mayores beneficios es el autoconocimiento. El reconocimiento de nuestros límites, valores y capacidad. Eso se traducirá en salud y en una vida más plena.
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